Gisèle sufrió agresiones atroces durante nueve años: su esposo, Dominique Pelicot, la drogaba con ansiolíticos, permitiendo que docenas de hombres la violaran mientras él lo grababa y fotografiaba. Este juicio no solo pone en el banquillo de los acusados a 50 hombres que participaron en las violaciones, sino que también coloca a la sociedad misma en el centro del escrutinio. ¿Cómo pudo alguien cometer estos crímenes durante casi una década sin que nadie interviniera?