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¿Sabéis que es un huevo huero? ¿Y sabéis que no es vuestra culpa?

Suena a chiste, pero se trata de un proceso más habitual del que nos gustaría. Llegué a este término a raíz de una persona muy importante en mi vida que, por circunstancias de la vida, tuvo que experimentar el embarazo anembrionario o huevo huero.

¿Pero qué significan esos términos? se trata de una de las causas de aborto espontáneo más frecuente, y del que poco o nada se habla. Se barre bajo la alfombra, esperando que si no lo vemos, deje de existir, cuando deberíamos normalizarlo y hablar de ello para darle visibilidad, hacerlo real, y ayudar a otras mujeres a que no se castiguen por ello.

Así pues, el embarazo anembrionario o huevo huero se produce cuando una vez se ha fecundado el óvulo con el espermatozoide pasando a ser entonces un cigoto, este se implanta en el útero ocurriendo una alteración por la que el embrión no se desarrolla, quedando tan solo el saco gestacional, es decir, un embarazo pero sin bebé. Por este motivo, el test de embarazo sale positivo ya que, excepto el desarrollo del embrión, todo lo demás sucede.

Según el artículo Anembryonic Pregnancy publicado en 2022, se estima que este tipo de abortos constituye la mitad de todos los abortos espontáneos del primer trimestre, siendo solo un 30% de todos los embarazos los que llegan a término con nacimientos vivos. Por otro lado, el SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia) relaciona algunos factores con los abortos espontáneos, como por ejemplo la edad, según la cuál se pasa de un 15% de probabilidades de aborto espontáneo entre los 30 y 34 años, a la friolera de un 51% si la gestación se inicia más allá de los 40 años.

¿Y cómo afecta todo esto a la mujer? Desde una edad muy temprana se nos prepara para el cumplimiento de un papel establecido por una sociedad basada en una estructura patriarcal, la de madres, educadoras, cuidadoras y sanadoras. Evidentemente que cualquier mujer puede decidir cumplir este papel desde su libertad, y eso no la invalida para ser partícipe del movimiento feminista. Sin embargo, es un mensaje que va calando con el paso de los años tanto a los hombres como a las mujeres llevándonos a, como sociedad, emitir juicios tales como:

Hasta que no seas madre, no serás una mujer completa.

Espabila, que se te pasará el arroz.

“¿No quieres tener hijos? No sabes lo que dices”

O la famosa frase, enaltecida e idolatrada por parte de nuestra sociedad, con la que sentencia y responsabiliza a la mujer a cumplir un único papel en la sociedad:

Educa a un niño y educarás a un hombre, educa a una niña y educarás a una familia.

Proverbio africano

Y esos solo son algunos de los muchos ejemplos que tenemos que soportar una vez alcanzamos una cierta edad, en la que las presiones sobre la maternidad rozan la locura, no solo desde el ámbito familiar, sino a todos los niveles.

Se nos insta a liberarnos, pero no demasiado. Hemos de poder estar perfectas, ser exitosas, tener una carrera y, todo esto, compaginarlo con la maternidad, porque cómo una mujer va a poder ser mujer sin ser madre. Hoy en día todavía sigue siendo una cuestión que es difícil de aceptar.

Y uno de los grandes problemas es que nos lo creemos. Llegamos a interiorizar que la maternidad es una necesidad, una afirmación de la feminidad, un fin en sí mismo para poder completarnos y poder ser aceptadas como mujeres al 100%, y además nos responsabilizamos del cuidado y de la educación de nuestra prole en la que, cuando se nos ayuda, se enaltece el buen corazón y disposición del hombre a ser partícipe, cuando más que ayuda, debería considerarse colaboración, ya que la descendencia es responsabilidad tanto del hombre como de la mujer a partes iguales. La maternidad se convierte en una obsesión, llegando a aceptar que el fin justifica los medios.

Pero, con todo esto, ¿Qué ocurre cuando una mujer sufre un aborto? Según FIGO (International Federation of Ginecology and Obstetrics), el aborto espontáneo puede producir dolor, ansiedad, depresión e, incluso, síndrome de estrés postraumático. En esa misma página se habla de que 4 de cada 10 mujeres que sufrieron este tipo de abortos, también experimentaron síntomas de estrés postraumático, como pesadillas, recuerdos retrospectivos, así como evitar la exposición a situaciones o personas que pudiesen revivir esos recuerdos como, por ejemplo, amigas embarazadas.

En el artículo “Efectos del aborto en la salud mental de la mujer” publicada en la revista Psyconex, menciona otros factores de riesgo como el abuso de drogas y alcohol, desórdenes alimenticios, disfunción sexual y problemas en sus relaciones sociales.

Y no solo eso, sino que según recoge en el artículo Aborto espontáneo” , se pueden apreciar en las mujeres estados de desconcierto, culpa y miedo respecto a las siguientes gestaciones, sensación de vacío, incapacidad de darle significado a la pérdida del hijo y necesidad de ser escuchada y apoyada por su entorno familiar, pero también médico.

Con todo esto no solo se evidencia las grandes cargas mentales y sociales que se le asignan a una mujer por el hecho de ser mujer, sino también la culpabilidad, que incluso nosotras mismas acarreamos, cuando consideramos que no somos capaces de hacer aquello que se espera de nosotras. Además, también deja patente las grandes carencias que aún tenemos como sociedad patriarcal que somos.

Por último deciros que no os culpéis. Respetaros. Quereos. Aceptaros.

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