Se trata de un tema de debate que, por desgracia, es transgeneracional, y ha sido el tema estrella del pasado Espai Medusa que organiza Sorotopia quincenalmente.
Aprovecho para dar a conocer un poco este espacio, seguro y enriquecedor, en dónde pueden participar todas las mujeres que así lo deseen, y en el que cada 15 días se propone un tema
de debate, que posteriormente se lleva a dicho espacio. Allí cualquier mujer tiene la oportunidad de hablar y ser escuchada por sus compañeras.
¿Pero qué nos motiva a realizarnos modificaciones estéticas?
Hay un amplio abanico de opciones, y todas perfectamente válidas. Un ejemplo muy claro son los tatuajes y/o piercings, que se emplean para decorar y embellecer nuestro cuerpo, incluso en muchos casos los tatuajes se utilizan como un medio para contar la historia de la persona, o para destacar aquellas vivencias que más le han marcado. Hay auténticas obras de arte conviviendo con nosotras.
Otras modificaciones habituales son el uso de las uñas postizas, algunas casi tan largas como los propios dedos, pestañas o el mismo pelo mediante el uso de lo que conocemos como extensiones, o tinciones con las que podemos conseguir prácticamente cualquier color, o combinación de colores.
Sin embargo, existen otras alteraciones de componente estético más invasivas cuyo objetivo no es solamente decorar, sino cambiar o transformar nuestro cuerpo. No obstante, estas modificaciones ocurren en otras muchas culturas que realizaban este tipo de prácticas mucho antes que nuestra sociedad actual.
Según podemos leer en diversos medios como La Razón, Upsocl o La voz del muro, en muchos poblados africanos, aunque ha tomado mayor importancia en Bali (Indonesia), se realiza la práctica del afilado de los dientes ya que lo consideran un signo de belleza en las mujeres. A pesar de que los tiempos han avanzado, las jóvenes siguen realizando esta práctica por miedo a que, según su creencia, su reencarnación se vea afectada.
Los Masai optan por la dilatación de los lóbulos de las orejas, con fines religiosos, pero también por motivos de aumentar su atractivo. Menos lesivo aunque más impactante a nivel visual es la práctica de las Bataks de los montes de Sumatra, cuyas mujeres se tiñen los dientes de color negro. Primeramente era una práctica reservada para las mujeres de clase alta que llegaban a la adultez, pero con el tiempo se convirtió en otra práctica para ser considerada más atrayente. Cuánto más negros, más bellas.
Más conocidas son las mujeres jirafa de Padaung o Kayan. Originariamente se anillaban los cuellos de las niñas nacidas los miércoles de luna llena, con el único fin de incrementar su belleza, pero debido a que no disponen de otro medio de vida, aprovechan la curiosidad que despiertan en los turistas para subsistir, siendo anilladas todas las niñas, independientemente del ciclo lunar o día de la semana. Una vez deciden anillarse, en un futuro pueden quitarse los anillos, pero las modificaciones secundarias a esta práctica hacen que sufran mucho dolor en el cuello, eligiendo mantenerlos.
Aún más radicales son modificaciones que realizan en ciertos lugares de China e Indonesia. En el primero las mujeres utilizan calzado para inhibir el crecimiento de sus pies como señal de sumisión a sus esposos, aunque Laurel Bossen coautora del libro Bound feet, Young hands sugiere un motivo más económico y relacionado con la mano de obra; y en el segundo caso solamente son las mujeres quiénes se amputan las falanges cuando un familiar fallece.
Por último comentar la tribu Apatani (India), en la que las mujeres utilizan tapones en la nariz, modificando la estructura de esta, con el fin de parecer poco atractivas ante los enemigos.
Hablamos de culturas diferentes, con tradiciones diferentes e incluso inicios en tiempos diferentes y, a pesar de ello, todas tienen criterios en común. Mujer, belleza y hombre. El patriarcado.
¿Esto significa que cualquier alteración estética que se realice una mujer tiene que estar supeditada a una búsqueda de validación por parte del hombre? Evidentemente la respuesta es no, pero creo no equivocarme si afirmo que es un porcentaje que no es representativo, y más en la dinámica social actual.
Mujer, belleza y hombre. El patriarcado
El ser humano sigue la dinámica simple de la teoría evolutiva. Las características más atractivas para la sobrevivencia, sean del carácter que sean, son las que prevalecen en la sociedad, haciendo que la mayoría intente acercase lo máximo posible a esos patrones para tener éxito. Sin embargo, hoy en día hemos dejado atrás la presión de la supervivencia extrema, pudiéndonos centrar en algo más banal, como la imagen, un arma de doble filo.
Nuestra sociedad que, no nos engañemos, es un reflejo a gran escala de nuestras inquietudes a nivel particular, ejerce cada vez más presión sobre la imagen que mostramos a los demás. Y las redes sociales juegan un papel fundamental en todo este proceso, llevando a la exageración y el desvirtuamiento de la persona. De ahí la referencia a que la imagen se trata de un arma de doble filo, ya que cuánto más nos acerquemos a los cánones actuales de belleza, más exitosas nos sentiremos, sin embargo, mantener esa imagen puede llevar un coste emocional y mental que, aunque queramos, no podemos pagar.
Cada vez va más ligado la sensación e idea de éxito mediante la validación por parte del resto de sociedad, dando lugar a una gran frustración y la generación de traumas y complejos cuando esto no sucede así. Como he dicho anteriormente, gran parte de la culpa procede de las redes sociales, ya que ha servido de altavoz para todos estos complejos que hemos ido generando y heredando.
¿Qué milennial no ha crecido viendo a su madre perpetuamente siguiendo una dieta? ¿Nunca os han prohibido algún alimento o comida con “tú no puedes, cariño”? ¿Quién no se ha tapado con la chaqueta, bolso o mochila la barriga cuándo está sentada? ¿Quién no conoce la “operación bikini” de todos los años?
Hemos crecido rodeadas de mensajes sobre cómo y por qué hemos de odiar nuestro cuerpo.
A pesar de todo, no podemos empezar a construir una casa por el tejado, sino que primero hemos de asentar la base y construir los cimientos que lo sostendrán. Esto nos lleva a pensar en los más jóvenes. En esa etapa en la que estás intentando descubrir quién eres y dónde encajas. La época más vulnerable a nivel emocional y mental que podamos experimentar, siendo el suicidio la cuarta causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 19 años según la OMS. Si no les proporcionamos una base para que sepan cómo usar las herramientas de las que disponen, no pueden distinguir qué es real y qué es una imagen ficticia de éxito, creándose así los complejos aunque no los aprendan directamente del entorno familiar.
El suicidio la cuarta causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 19 años según la OMS
Crecemos y nos desarrollamos en un vendaval de balas hacia nuestra autoestima y nuestra identidad. Llegamos a convencernos de que nuestro cuerpo es incorrecto, y que las imperfecciones no son tolerables, en lugar de aprender a querernos tal y como somos. Se acaban desarrollando frustraciones que se traducen en trastornos de alimentación, depresiones, interminables horas en el gimnasio e, incluso, los tratamientos y cirugías estéticas cada vez más de moda y sin tener un rango de edad objetivo, ya que se producen en mujeres de todas las edades.
Además, los tratamientos estéticos no requieren de intervención quirúrgica, por lo que se consideran menos invasivos, y son más accesibles, dando lugar a que estén completamente en auge. Ejemplos de estos tratamientos son la toxina botulínica, más conocida como bótox, rellenos de ácido hialurónico, HIFU (ultrasonido focalizado de alta intensidad), aumento de labios y, quiero añadir, la depilación corporal.
Estos tratamientos no solo están motivados por problemas de autoestima, sino que también están fomentados por la presión social y la indiscutible necesidad de pertenecer a un grupo. Muchas de las mujeres se ven arrastradas por la presión del entorno para acercarse a cumplir con las validaciones que le rodean, tanto en el ámbito familiar como en el ámbito laboral. Por eso nos encontramos con grupos en los que predomina el aumento de labios y, en cambio, en otro grupo del mismo rango de edad puede imperar las inyecciones de bótox o ácido hialurónico y, casi podría decir, absolutamente todas irán correctamente depiladas, independientemente del dolor, irritación, y demás molestias que ello suponga.
En definitiva, somos seres sociales con una gran necesidad de ser aceptados y reconocidos en un grupo en el que nos podamos sentir en casa.
Pero si vamos un paso más allá, en el que estos tratamientos no son suficientes para conseguir la imagen corporal deseada, llegamos a las cirugías estéticas. Estas cirugías suponen una anestesia completa, con sus riesgos y complicaciones, un postoperatorio que normalmente no suele ser indoloro, y sus posteriores consecuencias que, curiosamente, no suelen explicarse en el momento de las intervenciones ya sea por desconocimiento, o por negocio.
Porque al fin y al cabo, el cuerpo de la mujer se contempla como un producto de consumo para el hombre.
Las cirugías estéticas más habituales son los implantes mamarios, rinoplastias, blefaroplastias, liposucciones o lipoesculturas y, una intervención que me ha llamado la atención aunque no es de las más habituales, es la cirugía de los labios vaginales.
El más empleado y conocido por todas son los implantes mamarios, cuyo objetivo es aumentar la talla de pecho aumentando el tamaño de las mamas. En MedLinePlus nos cuentan que el procedimiento más común de los implantes mamarios comienza con una incisión en la parte inferior de la mama, a través de la cuál se introduce el implante o detrás del músculo o detrás del tejido mamario, siendo este implante de solución salina estéril o de silicona. El cuerpo reacciona, de manera natural, a la presencia de estos cuerpos ajenos, desarrollando una envoltura de tejido fibroso, conocida también como cápsula periprotésica.
Porque al fin y al cabo, el cuerpo de la mujer se contempla como un producto de consumo para el hombre
En el volumen 28 de los anales del sistema sanitario de Navarra, encontramos un artículo en el que habla de la complicación más común que puede producirse en esta intervención, la contractura de la cápsula, pudiendo dar lugar a un endurecimiento de variable de la mama, o incluso la deformidad de las mismas. Sea del tipo que sea el implante, la recomendación médica es cambiarlos cada 10 años.
Otra complicación que cada vez está ganando más voces, sobre todo a través de las redes sociales con figuras como @sindytakanashi o @angiemonasterio, y que está impulsando un movimiento de explantes mamarios masivos, es la enfermedad de implantes mamarios (podéis buscar más información en @enfermedaddeimplantesmamarios).
Esta enfermedad consiste en una variedad de síntomas debilitantes debidos a la reacción del cuerpo a las toxinas y el estrés oxidativo de dichos implantes, también siendo los únicos causantes del denominado cáncer BIA o ACLC (Linfoma anaplásico de células grandes asociado a implantes mamarios). Todos estos síntomas pueden llegar a ser incapacitantes, además de tener un difícil diagnóstico por la gran diversidad de síntomas inconexos, sobre todo si no se considera el implante mamario como una causa potencial de intoxicación. Sin embargo, cualquiera que haya ido a informarse o se haya realizado esta intervención, desconocerá por completo estos posibles efectos secundarios, porque nadie los menciona. Te venden un producto prácticamente inocuo y que lo único que puede causar es una imagen más atractiva y valorada.
Impera la necesidad de valoración y de atracción, impera la necesidad de validación como motor de nuestra autoestima e identidad, por ello no suele ser suficiente con un solo tratamiento o una sola intervención. Se requieren de más modificaciones y retoques porque el verdadero problema emocional y mental no está siendo detectado.
Por último, quiero comentar la cirugía de los labios vaginales, la labioplastia. Según nos cuenta la página web de cirugía plástica de Málaga, la labioplastia consiste en la remodelación de los labios menores que están aumentados respecto de la vulva, eliminando el tejido sobrante.
Entre las causas que se destacan para realizar dicho procedimiento es la que afecta al ámbito sexual. Pero ¿a quién? ¿Le afecta al hombre no ver unos labios normativos? ¿Y normativos según quién? ¿La industria pornográfica?
Es preocupante ver como de fina es la línea que separa aquellas modificaciones que una hace por placer propio, de aquellas que realmente están supeditadas a los deseos y patrones ideales de los hombres.