Son muchos los nombres que resuenan a través de la historia, que han marcado un antes y un después lo suficientemente importante como para ser recordados en la posteridad. Quién más y quién menos conoce o reconoce estas figuras tan representativas, cuyos nombres son tan conocidos que no necesitan explicar quiénes son. Su nombre es su carta de presentación. ¿Quién no sabe quién es Einstein? ¿A quién no le suena Newton? ¿Existe alguien que no conozca a Barack Obama? ¿Y a Barbanegra, el pirata más temido de la historia? Y aunque no sea tan, digamos popular, de una manera u otra nos suena el nombre de Homero, el primer escritor de la historia, a través de su obra “Ilíada”.
Por otro lado, no solo las figuras reales han sido quiénes nos han acompañado a lo largo de los tiempos. Nombres como Perséfone, Barbazul, Afrodita o Medusa han tenido una relevancia tal que, hoy en día, sus nombres y sus historias se siguen recordando.
No obstante, ¿alguna vez te has parado a pensar si fueron ellos solos quienes consiguieron sus éxitos? ¿O había alguien más participando? ¿Sabes quién es Lilith? ¿Y las causas que hicieron posible la existencia de Medusa? ¿Por qué se ha romantizado la relación entre Hades y Perséfone?
A primera vista no parece haber ningún indicio que nos lleve a pensar que hay algo de oscuridad detrás de cada nombre que se ha citado. Sin embargo, trataremos de arrojar un poco de luz en quienes han sido relegados a las sombras.
La historia de Adán y Eva. Y Lilith.
Así Dios pasó a crear al ser humano a su imagen. A la imagen de Dios lo creó. Hombre y mujer los creó.
Génesis 1:27
Según la tradición judía y cómo bien se puede leer en este pasaje de la Biblia, concretamente en el Génesis, Dios creó del mismo polvo y al mismo tiempo tanto al hombre (Adán) como a la mujer (Lilith), aunque hay otras interpretaciones en las que consideran que Adán era andrógino, de manera que poseía un cuerpo femenino y otro masculino unidos por la espalda.
Sin embargo, Lilith acabó abandonando el paraíso debido a una confrontación con Adán y Dios, así se recoge en los Manuscritos de Ben Sira (escrito entre el siglo VIII y XI) que explican que Lilith se negó a yacer por debajo de Adán:
¿Por qué he de yacer debajo de ti? Yo también fui hecha con polvo y por tanto, soy tu igual.
Manuscrutis de Ben Sira
De esta manera Lilith se negó a ser sometida por el hombre, por su igual, y al ser forzada por Adán a obedecerle y antes de ser violada, pronunció el nombre de Dios en vano (hecho que está prohibido en la religión judía) y abandonó el Edén en dirección al Mar Rojo.
A partir de entonces se demonizó la figura de Lilith como crítica a las prácticas de las mujeres canaaneas, pues estas mantenían relaciones sexuales prematrimoniales y vivían una sexualidad de forma más abierta.
Según continua el mito de Lilith, ésta se asentó en la costa del Mar Rojo, región plagada de demonios, con los que se atrevió a vivir su sexualidad, y dando lugar a una estirpe de más de cien demonios por día, considerándose a partir de entonces, la madre de todos los demonios.
A todo esto a Adán le pesaba la soledad del paraíso, por lo que Dios envío a tres de sus ángeles, Senoi, Sansenoi y Semangelof en su busca. No obstante, Lilith se negó a regresar a ese Paraíso en el que ella debía someterse. Dios permitió vivir a Lilith, pero castigándola a que cien de sus hijos perecieran cada día hasta el fin de los tiempos. En cambio ella se propuso matar a todos los hijos de Adán.
Fue así cómo apareció Eva, esta vez de la costilla de Adán, la segunda esposa de Adán, y la antítesis de Lilith.
Mientras que Lilith se demonizó por ser una rebelde, no querer someterse y querer conservar su estatus de igual, Eva fue hecha a gusto del consumidor: sumisa, complaciente y obediente. Qué daño han hecho ciertos mitos, cuya esencia es patriarcal a pleno rendimiento. Durante muchos años se ha perseguido a la mujer por querer ser tratada y querer vivir con las mismas libertades que los hombres, y aquellas que lo han conseguido, se las ha señalado al igual que se hizo con Lilith. Muchos hombres temen la igualdad de la mujer porque piensan que haremos lo mismo que ellos han hecho.
Y cuando el ataque directo hacia la mujer no funciona, al igual que ocurrió con Lilith, entonces muchos hombres optan por la violencia vicaria. ¿Y qué es esto? Es aquella violencia que tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos, más concretamente, de sus hijas e hijos. El padre ejerce una violencia extrema contra su descendencia, llegando incluso a causarles la muerte.
Son todo estrategias para mantener controladas y sometidas a las mujeres, sin embargo, cada vez más somos menos Evas y somos más Lilith.